Por María Ramírez

Una tarde soleada de esta semana, la pianista Yuja Wang caminó hasta el final del muelle 1 en el río Hudson y se puso a tocar un piano azul.

El piano, algo rudimentario, amarrado con una cadena, espera allí día y noche, disponible gratis para cualquier viandante que quiera probar sus teclas. Wang está acostumbrada a los pianos de cola en el escenario del Carnegie Hall o el Liceu de Barcelona, pero no se resistió a jugar con éste.

¡Sigue tocando! ¡Nos entretienes!”, le gritaban los niños que correteaban alrededor del muelle sin saber que en ese momento interpretaba para ellos una profesional que estaba allí en unas raras horas de descanso. La estrella china de 26 años aclamada por el ‘New York Times’ pasaba sólo cuatro días en su casa, cerca del muelle, entre su gira europea y su gira asiática.

Unos minutos antes los niños habían aporreado el piano. Un rato después lo tocaba una señora que practica todos los días y un patinador que quería ver cómo sonaba y no se quitó los patines durante su interpretación.

El piano azul intenso y brillante está decorado por el artista Nick Stavrides con peces y un proverbio indio que dice: “No heredamos la Tierra de nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos”. Es uno de los 88 pianos distribuidos por todo Nueva York por la ONG Sing for Hope. Los pianos están repartidos por parques y calles: se encuentran en Central Park, Riverside Park, Bryant Park, junto al puente de Brooklyn o delante de la Ópera. No hay dos iguales. Otros pianos han sido pintados por la editora Arianna Huffington o el diseñador John Varvatos.

La idea es acercar la música a todo el mundo por los cinco distritos de la ciudad (Manhattan, Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island). Los pianos están en la calle dos semanas y después serán donados a escuelas y hospitales dentro de un proyecto pagado en parte por Chobani, una empresa de yogures fundada por un turco en Nueva York.

Un pianista aficionado en Riverside Park

 

Cada piano tiene un “buddy”, un amigo que lo cuida asegurándose una vez al día de que funciona bien y tampándolo con una cubierta impermeable cuando llueve. “Controlo la previsión meteorológica todo el tiempo”, cuenta la ‘amiga’ del piano azul. La chica ya ha tenido que correr más de una vez por las súbitas y violentas tormentas neoyorquinas de junio. Habla mientras los curiosos que se turnan para tocar jazz, Chopin o unos acordes.

“Es fantástico. Nunca he oído nada mejor”, dice una vecina con un perro que olisquea interesado el piano.

“Es muy buena idea, sobre todo para los niños”, dice la pianista Wang. Aunque se interrumpe con una risa y, como profesional, confiesa: “Nunca había tocado un piano tan desafinado”.

Dónde están los pianos: por toda la ciudad. Aquí está el mapa: http://singforhope.org/map. El piano azul está en el muelle del Hudson en Riverside Park. La estación de metro más cercana es la de la calle 72.
Cuándo: día y noche hasta el 16 de junio
Cuánto cuesta: es gratis

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